Una niebla dulce y brillante cubría cada rincón del bosque. Era difícil caminar sin tropezar con esto y aquello. De vez en cuando se escuchaba un quejido, incluso algún improperio cuando, sin pretenderlo, se pisaba a algún gnomo en las mismas circunstancias que el resto de los habitantes del bosque de Uridon. Todos se preguntaban qué era aquello. Nadie recordaba algo parecido, aunque sí había quienes decían reconocer aquel delicioso aroma y ese tono rosado que se pegaba a la piel. “Permaneced en vuestras casas”, gritaba el Gnomo Mayor mientras tocaba una campana a lo largo del camino principal. Su cualidad de invidente desde que cumplió los 269 años le confería un sentido de la orientación y un tacto en sus pies que le permitían moverse con seguridad por un paraje que tenía memorizado, al centímetro, en su extensa memoria. Y todos obedecieron.
-¿Qué es lo que ha pasado? ¿Cómo ha podido suceder tal catástrofe? ¡Qué alguien responda, por el amor de Freya!
Veronyr, Reina de las Hadas, agitaba sus alas con una rabia nunca mostrada a sus hijas. Todas ellas lloraban desconsoladas la pérdida del Polvo Mágico que se había extendido a lo largo y ancho del Bosque, y más allá, sin saber cómo ni de qué manera las puertas del inmenso recipiente subterráneo habían sido abiertas de par en par, dejándolas así durante toda la noche. Sin duda, había sido algo hecho a conciencia. Nadie, repito, nadie conocía el lugar donde el mayor tesoro del mundo feérico era atesorado desde hacia…, imposible calcular el tiempo. Desde más allá de todos los tiempos conocidos. Llevaba siglos fabricar una porción del mágico elemento. Cuando un hada llegaba a la ancianidad, lo cual sucedía cuando cumplía los mil años, su piel liberaba un polvo rosado e iridiscente que se guardaba en una probeta de cristal fabricada por los Elfos. Este hecho se reproducía al transcurrir otros mil años, aunque, no todas ellas llegaban a cumplirlos porque sus cuerpos decidían evaporarse para siempre y disfrutar del plano etéreo. Después de recoger el Polvo liberado por sus pieles, se depositaba en el contenedor subterráneo, un laberinto de túneles también acristalados, otra magnífica creación de los artesanos del cristal élficos, que transcurrían a lo largo de este bosque, y todos los de alrededor creando intrincados recovecos y formas caprichosas. Las paredes contenían pequeñas celdas en las que se depositaba el polvo de hadas que se mantenía en suspensión mientras se movía de una celda a otra creando una neblina viva que contenía sabiduría, amor y paz, además de tantas cualidades como el hada que lo quisiese utilizar confería en el momento de aplicar al ser elegido para tal honor. Pocas veces se daba el caso, pero en ocasiones, alguien o algo merecía ser ungido con ello. Le concederían salud, conocimiento, rectificación de sus errores y una segunda oportunidad, entre otros muchos deseos, la mayoría de ellos inconscientes. El Polvo de las Hadas no tenía igual.
Pero no todo eran parabienes, no. Se sabía que existían unas criaturas malvadas que poseían la facultad de intencionar una determinada cantidad del polvo mágico para el beneficio de unos pocos y no siempre con buenas intenciones. Estos seres malignos eran difíciles de encontrar. Cambiaban de apariencia a su antojo, igual se hacían ver como una roca, un pequeño lago, un mosquito o…, o un humano. Solo con pensarlo algunas hadas muy, muy ancianas entraron en un sueño infinito porque sus corazones no soportaban tal desgracia.
-Señora, hemos recorrido los túneles y se ha perdido la mayoría del tesoro. Es como si un fuerte viento hubiese entrado sacarlo todo. Hay algún pequeño recoveco que aún contiene nuestro preciado tesoro, mi Señora. Hemos vuelto a cerrar las puertas para que se conserve esa pequeña parte, aunque…, no daría para mucho. Lo sentimos, lo sentimos mucho.
Y mientras contaban lo expuesto, lloraban y lloraban sin consuelo.
-Si no hemos necesitado extraer polvo durante estos días, ¿qué sentido tiene abrir las puertas? Y, lo peor de todo, ¡sin mi permiso y sin mi llave!
Nadie podía responder salvo con más y más lágrimas. Había tanta tristeza entre ellas que algunas empezaron a languidecer, sus pieles se tornaban grises y sus alas perdían su transparencia.
Era una verdadera catástrofe.
-¡Mi Señora, mi Señora! En la entrada hay dos gnomos del Bosque.
Quieren hablar con usted. Vienen impregnados de nuestro Polvo hasta el punto de que casi ni se les ve la barba. ¿Les dejo pasar?
Eran Olaf y Günther, dos ancianos del Bosque pertenecientes a la familia más antigua del lugar. Tras lo acontecido durante la noche, sabían que algo inimaginable estaba ocurriendo y necesitaban hablar con Veronyr con quien mantenían una relación correcta, quizás algo fría, pero su comunicación era la necesaria en los momentos pertinentes, y este lo era.
-Señora, nuestro afectuoso saludo, así como a todas sus hijas
-Si venís a quejaros, os aseguro que nosotras no hemos originado el mayor desastre de todos los tiempos. Esto no tiene precedentes ni…”
-Disculpe, mi Señora, no venimos a quejarnos de nada. Todo lo contrario. Nos gustaría ayudar. Pero antes, querríamos aportar algo que igual les puede interesar. Si nos lo permiten, nos podemos cambiar de ropa y sacudir nuestros cuerpos y barbas en el lugar que a ustedes les convenga. Con ello podrán recolectar todo el polvo que llevamos impregnado que, se lo aseguro, es mucho.
-Les agradezco el ofrecimiento. Procedan. Mis hijas les acompañaran al lugar idóneo. Les espero.
Una vez concluida la descarga y recogida del polvo mágico que portaban los Gnomos, volvieron con la Reina de las Hadas.
-Señora, es sabido por usted y por todas su hijas, Elfos y demás criaturas del Bosque que nosotros no necesitamos de su apreciado y mágico elemento. Nuestra condición ya nos otorga bondad, equidad, verdad, honestidad, sinceridad, salud, empatía, solidaridad…, y tantas cualidades como nos pudiesen ser conferidas por su exquisita magia. Por lo tanto, no necesitamos vivir impregnados de ella. Desconocemos el motivo por el que todo el Bosque, y más allá, está cubierto de Polvo de Hadas, pero estamos seguros de que no ha sido algo propiciado por ustedes, por lo que hay algo que está fuera del control de las Hadas y de nosotros mismos.
<<De momento, les ofrecemos recolectar todo el polvo que cubre nuestro poblado y a nuestros pobladores. Pueden ir ustedes a recogerlo allí, o podemos venir aquí uno a uno a dejarlo en el lugar que acabamos de utilizar nosotros mismos.
<<Además de eso, somos conocedores de la existencia de unos seres malignos que podrían hacer un uso no deseable de su magia si consiguen la cantidad que necesitan para ello. Por lo tanto, también nos ofrecemos a recoger todo lo que podamos, aspirar árboles, suelos, el mismo aire para que puedan devolverlo a su lugar de vida. Aun así, será imposible recogerlo todo por lo que…
-Un momento, querido Olaf. Es muy loable tu ofrecimiento y tu intención, pero va a ser algo arduo, largo en el tiempo y ya será inevitable que corra por todos lados ya que, al igual que podéis hacerlo vosotros, con buena intención, otros también irán aspirando y guardando el Polvo de Hadas. Por todas partes. Hay algo que nos tranquiliza, Olaf, y es que el contacto con nuestro mágico elemento conferirá a cada ser cientos de años de tantas bondades que se creará un ambiente de paz, amor y prosperidad sin igual. Al menos dentro del Bosque. En una cantidad excesiva, es cierto, y sin filtros entre unos y otros, también lo sabemos. Al igual que mucho del Polvo se desperdiciará porque entre los seres del bosque ya hay tantas criaturas maravillosas que se hace innecesario. El problema, y sé que tanto tú como tu compañero, Günter, y todo vuestro pueblo conocéis, es que traspasará fronteras y llegará hasta los humanos y lo que ello supondrá. Por no hablar de los seres infernales que circulan entre ellos y a los que muchos idolatran dejándose engañar. Esos serán los peores.
En ese momento, un lamento llenó la audiencia con los Gnomos. Las Hadas se miraban unas a otras y lloraban y lloraban; gemían y gemían.
Si el Polvo de Hadas llegaba hasta los humanos, sus efectos serían diferentes en cada uno de ellos. Los dones que les otorgarían serían imprevisibles, como imprevisible es el hombre. Podrían hacer el bien hacia los demás, obtener más salud, más sabiduría. Aunque, todo esto, es algo con lo que ya nacieron. Se les entregó un mundo maravilloso, hermoso, aprovisionado con todo lo que cualquier ser por pequeño que fuese necesitaba; obtendrían alimento, cobijo, agua; el día, la noche, la primavera, el otoño; el germinar de las flores, mares y océanos, y algo mucho más importante: su libre albedrío, el raciocinio, el placer del amor…
-Sí, sí, Günter, sabemos todo eso. Por ello, hace muchos siglos, protegimos la entrada al Bosque con nuestra pared espejo cuando sufrimos la primera invasión de estos seres abyectos. Hoy ya ni nos recuerdan. Nos llaman leyendas, cuentos… Y también sabemos que, así como algunos lo usarán bien, de hecho algunos lo obtuvieron mientras dormían sin saberlo con algunas de nuestras visitas, otros harán de ello su fuente de riqueza, su fuente de poder hacia otras personas y animales. Lo que llaman Su Mundo, no es más que un infierno para otros. Entre ellos mismos se aniquilan…, no voy a seguir porque todos sabemos ya cómo es el humano y su proceder. Ahora tienen una oportunidad para utilizar nuestra magia para el bien, aunque lo pueden usar también para el mal. ¿Y qué podemos hacer nosotras ahora?
-Dejadnos actuar, mi Señora. Somos exploradores de los mundos. Sabemos manejarnos por todos los rincones y entre todos los seres que habitan esta y otras tierras. Poseemos los dones de la invisibilidad, poderosa magia y mucha fuerza vital.
<<Os proponemos mezclarnos entre ellos y recoger tanto Polvo de Hadas como podamos, para ello necesitaríamos ser portadores de vuestras probetas élficas que iremos acumulando para depositarlas en sus manos cada cierto tiempo.
<<Las personas que no necesiten, o no merezcan los dones de su magia, serán desprovistos de ella durante el sueño.
<<Aquellos que hagan un buen uso de ello, o lo necesiten, serán cubiertos de un soplo de aire rosado cargado de intenciones que nosotros mismos impregnaremos.
<<De paso, intentaremos encontrar a aquellos seres demoníacos que reparten dolor, mentiras, muerte y destrucción y evitaremos que usen el Polvo aquellos a los que les ha llegado. Esperemos que no sea demasiado tarde para todo esto. Pero será mejor que no hacer nada, mi Señora.
-Jamás pensé que pasaría algo así, mis queridos amigos. Pero tampoco podría haber imaginado un gesto tan generoso y valiente. Estoy, estamos realmente impresionadas y agradecidas.
<<Adelante con vuestra misión, Olaf y Günter, hijos del Bosque. Por nuestra parte, os aseguro que no cejaremos en nuestro empeño de encontrar la causa de este desastre. Haremos una recolección masiva lo ante posible para poder cubrir aquellas necesidades que sean imprescindibles y necesarias, e intentaremos que la vida vuelva a ser igual que lo era ayer.
<<Ahora, debemos utilizar nuestro Polvo de Hadas, el que nos queda, para curar a mis hijas que con el sufrimiento de hoy han perdido su belleza, incluso sus dones. Seguiremos siendo Las Hadas del Bosque y seguiremos acumulando los Dones del Bien.
<<¿Por dónde empezaréis vosotros la tarea, mis queridos gnomos?
-Viajaremos al otro lado del Gran Espejo, al mundo de los humanos, directos a algún lugar pequeño, será un punto de partida y descanso. Discreto. No una gran ciudad. Algún pueblo con un gran puente de piedra ya que nuestros traslados se producen al tocar piedras ancestrales. Viajaremos durante la noche. Realizaremos nuestro cometido y regresaremos antes del amanecer. Ocultaremos la recolección y nos convertiremos en seres inertes a ojos de nuestros cuidadores, que ya hemos elegido a conciencia.
<<Haremos una primera entrega de vuestro Polvo de Hadas a Los Elegidos, una pareja de buen corazón y que son los idóneos para cuidar nuestro descanso durante el día.
<<Os iremos informando, mi Señora.
-Partid, mis sabios amigos. Y, ¡feliz Misión de Vida!
Y así, Olaf y Günther, partieron hacia quién sabe qué puente lejano para comenzar su Misión. Gran Misión. Esperamos que sean capaces de hacer del mundo de los humanos un lugar mejor.
PD: Ana y Jose, sois los primeros elegidos. Os pedimos que utilicéis correctamente vuestro Polvo de Hadas. No olvidéis poner un poco de él en vuestra muñeca y…, ¡que la Magia os acompañe!
Dedicado a Ana y Jose, quienes han querido repartir magia mediante mis gnomos, Olaf y Günther, entre sus familiares y amigos. Una compra solidaria que ayudará a muchos animales que necesitan el apoyo de todos.
Relato escrito por: Pilar Gómez Corona
Creación gnomos: Pilar Gómez Corona. Trabajo hecho a mano. Afieltrado con aguja.