15 de septiembre de 2013

Lo demás es oscuridad



Cuando me propusieron participar en un libro conmemorativo sobre faros, no lo dudé ni un instante. Esta rápida decisión, impulsiva y seguramente inconsciente, en realidad tenía un sinfín de motivos más sentimentales que literarios, ya que no me considero escritora, y en algún momento temí que la musa no se aliase conmigo en el compromiso adquirido. Hubo suerte y la inspiración también quiso participar.

La invitación vino de la mano de Mario Sanz Cruz, farero del Faro de Mesa Roldán y escritor, un hombre que no solo está implicado con la cultura, también, y mucho, con la conservación de la que es su profesión y por ende, de esos grandes desconocidos que son los faros, esas torres que inundan con sus destellos la oscuridad que rodea a los navegantes, ociosos unos y trabajadores de la mar otros.

El Faro de Mesa Roldán está situado en la meseta del mismo nombre y en el pueblo almeriense de Carboneras. Allí, y desde hace veinticinco años, venimos disfrutando las vacaciones de verano. Pero lo cierto es que después de tanto tiempo, los vínculos con el entorno y sus gentes son muchos y la relación ha dejado de ser meramente turística. El cariño y la necesidad de pasear por sus calles y saludar a amigos y vecinos ha creado un lazo familiar importante.

Y entre días de playa y de sol, cada verano, sin faltar uno, hemos subido hasta la meseta para visitar el entorno del Faro y la Torre de Mesa Roldán.  Pasear por el camino que nos acerca al acantilado y nos permite admirar la costa hasta Agua Amarga y más allá, es algo indescriptible para mí.

Durante uno de estos veranos, y por motivos relacionados con mi afición a la escritura, contacté con Mario Sanz, quien además fue tan amable de invitarnos a visitar su faro, algo que nunca le agradeceré lo suficiente porque, para mí, para nosotros que amamos los faros, subir esa escalera de caracol que te eleva hasta la misma linterna y mirar a través de los cristales en lo más alto de la magnífica torre es… es indescriptible en cuanto a los sentimientos que nos produce, y maravilloso en cuanto a las imágenes que  ofrece estar allá arriba, acariciar el inmenso mar con la mirada y hasta observar la curvatura de la tierra en días despejados.

En este compendio de relaciones con el entorno, las gentes en general y algunos en particular, los recuerdos y las vivencias de tantos años, el goce de disfrutar del calor y de sus aguas cristalinas, el placer que para todos significan esos  días de vacaciones, surge la oportunidad de escribir un pequeño relato relacionado con faros. Y fue precisamente durante una de estas vacaciones cuando escribí FARO, allí, contemplando desde la ventana del apartamento las aguas del mediterráneo que a veces rugía y otras brillaba en calma. No es el único relato que me ha inspirado Carboneras, cuento con dos más, pero sí el que salió de la necesidad y el placer de homenajear una figura importante, la del faro y los fareros, en especial éste que, gracias a Mario, conozco y quiero.

El relato está incluido en el libro “Lo demás es oscuridad”, conmemorativo de los 150 años de faros de Almería, un precioso ejemplar en el que se mezclan distintas artes como pintura, fotografía, ilustración, escritura (poesía y relato), artículos y un largo etcétera en el que han participado más de 180 personas, tanto españolas como extranjeras y de forma desinteresada, aportando cada uno una visión personal y variopinta sobre ellos: los faros y sus fareros. En su composición y montaje han trabajado Pilar Quirosa – Cheyrouze, Mario Sanz Cruz, quienes también aportan relatos, y en el diseño, Ernesto Pedalino.  El resultado es como mínimo sorprendente, pero os puedo asegurar que en definitiva es magnífico. Acompaña al libro una exposición itinerante en la que se exponen pinturas, fotografías y maquetas que no deja indiferente a nadie.

He tenido la suerte de poder asistir a la presentación del libro y visitar la Exposición en el Castillo de San Andrés este verano. Una bonita experiencia que me alegro de haber vivido precisamente allí, en Carboneras, no podía haber sido en un lugar mejor ni más adecuado para mí.

Estoy feliz de haber participado en este proyecto con mi pequeña aportación, repleta de cariño y agradecimiento, y además, para colofón, mi relato está ilustrado por mi hijo Mario Ruiz que creó la imagen perfecta para la historia y que aparece intercalada entre sus líneas, más una fotografía del brazo de mi hijo Manuel Ruiz luciendo un bonito tatuaje sobre, no faltaba más, un faro con todo su significado.


Y para muestra, un botón. Os dejo a FARO.



No hay comentarios:

Publicar un comentario